Sueños privatistas y realidad presupuestal
Antonio Gershenson - La Jornada 30-08-09
La secretaria de Energía y el director general de Pemex hicieron
declaraciones. Dijeron que se debían hacer nuevas modificaciones legales para
permitir la inversión privada en la industria petrolera. En vez de hacer su
trabajo (en el cual han mostrado, por lo menos, tortuguismo; a ver cuántas veces
más retrasan la "nueva refinería”") se dedican a añorar un pasado que
definitivamente ya pasó.El año pasado quisieron, como parte de las reformas
legales a Pemex, privatizar las nuevas refinerías y otras áreas. No pudieron.
Siguen haciendo la lucha por privatizar lo que puedan, aun al margen de la ley.
Y ahora, después de perder las elecciones intermedias, el PAN tiene menos
diputados de lo que ya el año pasado era una minoría.Pero sí hay una realidad.
Parte de ella es el presupuesto para 2010. En la primera mitad de septiembre
próximo el gobierno federal deberá enviar a la nueva Cámara de Diputados el
Presupuesto de Egresos de la Federación. Parte del mismo, obviamente, será el de
Pemex y el de las empresas estatales eléctricas. Y eso sí tendrá que resolverse,
aproximadamente, en dos meses.Lo primero que debería discutirse y resolverse es
qué tan obligatorio es el presupuesto. ¿De qué sirve un presupuesto muy bien
hechecito si no se va a cumplir? ¿Y si Hacienda va a retener el presupuesto con
uno u otro pretextos?Ahora Hacienda tiene menos poderes sobre Pemex, pero los
funcionarios de esta entidad tampoco deben tener el poder de usar o retener
arbitrariamente el presupuesto. Y esos niveles de obligatoriedad deben estar
también en la nueva legislación.Un elemento que ya tiene antecedentes es la
definición de proyectos estratégicos. Éstos serían intocables por la burocracia.
Y no sólo lo deben ser en la cantidad, sino en la oportunidad; o sea, en el
calendario de las inversiones y otros gastos.Ya en el contenido del presupuesto,
en el caso de Pemex uno de los elementos importantes es la distribución
geográfica del gasto. Hemos visto el derroche, no sólo en el ejercicio del gasto
sino en la planeación de las inversiones futuras, con las aguas profundas y con
Chicontepec. En el primer caso, no hay ni habrá, por lo menos de aquí a 2015,
ninguna producción. En Chicontepec la producción es el uno por ciento de la
nacional, pero su presupuesto es 20 por ciento del total, e incluso más. Puro
contratismo, puro negocio.Hay indicios de posibles cambios parciales, los cuales
deben ser tomados como punto de apoyo para modificaciones más profundas.
Información de la dirección corporativa de finanzas de Pemex enviada a la Bolsa
Mexicana de Valores indica más presupuesto a cuencas petroleras ya conocidas.El
nuevo coordinador de la diputación del PRI y presidente de la Junta de
Coordinación Política de la Cámara, el 6 de marzo de 2008 se opuso a la tesis
oficial de que "“la salvación está en las aguas profundas y en las alianzas
estratégicas”"; mostró con cifras que los costos en esas zonas son varias veces
superiores a los de aguas de poca profundidad, y sostuvo que "“la estrategia en
la exploración y producción debe ser integral, pero con prioridad a lo ya
conocido y menos riesgoso”".Ya hemos mencionado casos recientes, en tierras de
Tabasco y en aguas poco profundas frente a este estado y su vecindad, de
perforaciones con mucho éxito –a pesar de ser muy pocas en comparación– al grado
de que el mejor de esos pozos del sureste produjo inicialmente, hace unos meses,
lo mismo que el promedio de 222 pozos de Chicontepec en 2008. Y cuando decimos
muy pocas perforaciones es que en la región marina suroeste hubo, entre 2001 y
2008 inclusive, 70 pozos de desarrollo terminados. En la región norte, en la que
los pozos son principalmente de Burgos y Chicontepec, estas perforaciones, en
esos mismos años, fueron 3 mil 712. Y en el presupuesto del año en curso se
proyectan, para 2009–2023, 17 mil 356 pozos de desarrollo en esta última zona…
aunque su producción actual, real, sea despreciable.
lunes, 31 de agosto de 2009
Sueños privatistas y realidad presupuestal
Como nos tiene acostumbrados, reproducimos este estupendo análisis de Antonio Gershenson.
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